Gracias a esta matriz, los productos lácteos pueden generar beneficios en distintas funciones del organismo:

• Muscular: favorece la producción de proteínas musculares.
• Dental: efectos protectores ante caries y enriquecimiento de dientes con minerales como calcio y fósforo.
• Ósea: aporta minerales clave para el desarrollo y mantenimiento de los huesos.
• Cardiovascular: contribuye a mantener niveles bajos de triglicéridos y niveles adecuados de colesterol HDL.
• Metabolismo: mejora la sensibilidad a la insulina y el control de glucosa.
• Función intestinal: mejora la digestión, absorción de nutrimentos y regula el apetito.

La evidencia científica señala que la matriz láctea puede desempeñar un papel protector frente a enfermedades como cáncer colorrectal, hipertensión, diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular.

Además, cuando los lácteos pasan por un proceso de fermentación, sus beneficios aumentan. Algunas bacterias lácticas producen compuestos bioactivos que favorecen la microbiota intestinal y refuerzan el sistema inmune.

Ciertos productos fermentados, como los que contienen Lactobacillus casei Shirota, han demostrado que, consumidos diariamente y como parte de un estilo de vida saludable, ayudan a mejorar la digestión y mantener el buen funcionamiento del sistema inmunológico a nivel gastrointestinal.