La fiebre es una alteración de la termorregulación controlada por el cerebro. Las causas más comunes son infecciones, enfermedades inflamatorias y cáncer.
Se presenta cuando la temperatura corporal supera los 38°C y dependiendo de su causa, puede estar acompañada de otros síntomas como: sudoración, taquicardia, escalofríos, temblores y cansancio.
Cuando la temperatura corporal es demasiado elevada podría comprometerse el estado nutricional de las personas, debido factores como:
- Falta de apetito.
- Incremento del metabolismo basal.
- Pérdida de electrólitos y deshidratación a causa de la sudoración excesiva.
- Disminución en la absorción de los nutrimentos.
- Secreción inadecuada de fluidos digestivos como la saliva y jugos gástricos, lo que precipita a la aparición de vómito y diarrea por la mala digestión.
Por lo anterior se recomienda consumir más calorías a través de alimentos de fácil digestión, beber abundantes líquidos y normalizar los electrólitos. Algunas opciones para lograrlo son:
- Frutas como melón, mango, guayaba, mandarina, naranja y toronja.
- Verduras frescas como pepino, lechuga y calabaza que ayudan a reponer los electrólitos.
- Verduras cocidas o al vapor como zanahoria y chayote, que facilitan la digestión.
- Proteínas provenientes del huevo cocido, pollo, pescados bajos en grasa y lácteos descremados.
- Caldos, sopas, licuados, tés y yogurt que aumentan el consumo de líquidos.
El consumo de probióticos como el Lactobacillus casei Shirota, puede contribuir a regular la microbiota intestinal tras el uso de antibióticos y antipiréticos para tratar las infecciones y disminuir la fiebre.
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